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Transición hacia la vida independiente

Este Blog tratará temas sobre cuidado de adolescentes y jóvenes bajo el sistema de protección.

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Históricamente el grupo de adolescentes y jóvenes que sale del sistema de protección para hacer transición hacia la vida independiente, ha sido considerado como uno de los grupos sociales más vulnerables porque en su mayoría estos jóvenes no están suficientemente calificados, no tienen una red familiar que los apoye, no cuentan con ahorros suficientes para pagar un arriendo y sostenerse hasta conseguir un trabajo estable y no tienen un acompañamiento adecuado durante el proceso de transición a la vida autónoma.

La preparación para la salida del cuidado debe considerarse como parte integral de toda situación de acogimiento y en su sentido más amplio, debe comenzar en el momento en el que el niño o niña es atendido(a) por primera vez. Por esto en países desarrollados lo primero es trabajar con los niños su plan de ruta para la salida.

Los adolescentes y jóvenes que salen del cuidado se han enfrentado a muchos retos en sus vidas y es probable que necesiten mucho más apoyo en su transición hacia la vida adulta que otras personas jóvenes que viven con sus padres biológicos. Las investigaciones que se han hecho en diferentes países también demuestran que estos jóvenes viven la transición a una edad más temprana y de forma más abrupta que la mayoría de los jóvenes de la misma edad. (Arnett y Jones, 2000, citado en el informe de Cashmore y Paxman, 2006).

Los jóvenes reportan que este proceso fue para la mayoría apresurado, que la planificación para la salida del cuidado debió iniciar mucho antes y que no se tuvo en cuenta su opinión para elaborar un plan de salida gradual y concertado, dándole la oportunidad al joven de proyectar cuidadosamente su salida teniendo en cuenta los riesgos y las contingencias que se podían presentar durante el proceso.

Los aspectos más relevantes mencionados por los jóvenes al salir del cuidado fueron: el aislamiento, la soledad y la dificultad de abrirse paso sin una red social sólida y estable en la que pudiesen apoyarse.

Es por esto, que muchos de los egresados del sistema de protección son usuarios de programas de asistencia social, no tienen un hogar, están desempleados, delinquen, tienen problemas de salud mental o física, abusan de sustancias, están embarazadas o son madres o padres a temprana edad, de forma no planificada.

Principios para la transición

En general se contemplan tres principios básicos para que la transición pueda ser exitosa:

Ningún joven debe sentir que tiene que "salir del cuidado" antes de estar preparado para hacerlo. Tanto los jóvenes como los profesionales responsables del plan de salida deben estar de acuerdo en que se lograron las competencias y habilidades necesarias para la transición hacia una vida independiente. Estas habilidades incluyen competencias personales, sociales y laborales.

Los profesionales responsables de aprobar la salida deben garantizar: que se hayan valorado todos los requisitos para la transición y que éstos serán monitoreados y revisados constantemente durante el periodo de transición y después de éste. La evaluación adecuada de las necesidades incluye: mudanza, vivienda planes de contingencia, seguro de salud, apoyo y ayuda financiera, tutoría, preparación para entrevistas, planes de educación, acceso a computadoras, orientación profesional, pasantías, empleo, programas educativos en centros de aprendizaje y universidades.

Redes de apoyo

El Plan para la salida es una oportunidad para explorar con el adolescente sus deseos y aspiraciones para el futuro y lo que requiere para que éste sea exitoso. Desde el ingreso al sistema cada niño o niña o adolescente debe elaborar su plan, estableciendo sus propias metas e identificando con el personal asesor la ayuda que necesita en cada etapa.

En la etapa de salida, el nombramiento de un asesor personal es un requisito legal en muchos países. El papel del asesor personal es fundamental para mejorar los resultados de la transición. El asesor personal permite que el joven cuente con otro adulto responsable con el que se pueda identificar, aparte de su trabajador social, alguien comprometido con su bienestar y con su desarrollo continuo a mediano y largo plazo.

El asesor le escucha, participa y apoya en la preparación y evaluación del plan de salida, asesora sobre diferentes servicios para que el joven puede usar, se mantiene informado acerca del progreso y bienestar del joven y lleva registros escritos sobre su avance los cuales reporta al sistema de información para el cumplimiento en la garantía y restablecimiento de los derechos que fueron vulnerados.

En nuestro país hemos encontrado que muchas familias voluntarias amigas de los adolescentes y jóvenes han cumplido con este papel, pero requieren más apoyo y reconocimiento por parte de las autoridades y del personal a cargo de los adolescentes para que su labor pueda ser exitosa.